martes, 13 de octubre de 2009

Felicidad

Una casa enorme y carísima, con jardín y pileta, una chica que limpia tres veces al dia . Ropa nueva todos los meses, la mejor, la más cara. El ultimo celular, el último MP5 , los mejores televisores, los mejores dvd, las mejores notebooks , vacaciones en lugares caros, a los 18 el auto, la fiesta de quince mas cara
Pero nada de todo eso me hizo feliz.
Algunos se pasan la vida buscando la felicidad, cuando no la encuentra se desesperan o se resignan a ser infelices toda la vida. El problema es que la gente no entiende que la felicidad no existe en un lugar y hay que ir a buscarla, porque la felicidad siempre está… está en una charla, en un amigo, en una mirada, en una sonrisa. La felicidad es algo tan simple que a veces no nos damos cuenta que está, y ese es el problema, ese fue mi error.

Con los ojos encima

La gente ve lo que quiere ver, y no le interesa si es real o no. Se quedan con su mirada, con su prejuicio. Si te ven como una histérica, van a tratarte como una histérica, aunque en realidad quizás estés confundida. La mirada de los otros puede ser muy cruel a veces, y muy ciega.
La mirada de los demás es todo, y los otros no te ven a vos, ven lo que piensan de vos.
La mirada de los otros tiene sonido, voces, susurros. No se puede escapar a lo que ven de nosotros.
Todo se trata de cómo nos ven y como vemos a los demás. Quedamos atrapados en esa mirada, inmóviles, fijados en lo que creemos que vemos, confiando más en nuestro prejuicio que en nuestros ojos.
Dicen que la primera impresión es la que cuenta, pero también que lo esencial es invisible a los ojos.
¿Cuándo me van a sacar esos ojos de encima y van a ver lo que realmente soy?

carpe diem

Mucha gente me pregunta porque a veces soy o dejo de ser de cierta manera. Buscan motivos de mi proceder y intentan acertar mi táctica para afrontar las circunstancias. Yo personalmente creo que todos los demás tienen un enfoque un tanto insulso sobre la vida, se creen inmortales. Eso me hace diferente. Yo sentí la muerte. Toqué las manos glacialmente frías, respiré el alma vacía, conocí los ojos ciegos y contemplé los labios que se quedaron sin oportunidad de decir nada. ¿Pero cómo explicarle todo eso a quién vive en una utopía, una vida de ensueño, un capricho imperecedero? ¿Cómo advertirles que todo aquello no existe en exactitud? Mi clave es concederles segundas y hasta terceras oportunidades. Enseñarles a aprovechar, cansarles de ejemplos que solo demuestran que no hay tiempo de arrepentirse ni lamentarse (sin caer en dibujarse una vida feliz solo por pretender).

Igual, si quieren, me mantengo sonriendo como si todo fuese lo mismo, como si no tuviese huecos que llenar, como si todos comprendiesen. Gracias pero no creo que funcione, igual comprendo su equivocación: solo conociendo la muerte van a conocer y entender la vida.